Revolución Cubana
La Revolución Cubana dio
inicio cuando, Eduardo Chibás del Partido Ortodoxo, siendo el gran
triunfador de las elecciones de 1952, se suicidó abriendo un vacío
político, que cubriría Fulgencio Batista, que había
participado del Movimiento de la Paz, próximo al Partido Comunista, y que para
agradar a Estados Unidos manifestó una línea anticomunista mientras aumentaba
la represión política contra la izquierda. En ese contexto, Fidel Castro organizó, el 26 de julio de 1953,
el asalto al cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, la segunda
guarnición militar del país, una acción que sería el inicio de la insurrección
popular para tumbar a la dictadura, pero su fracaso reforzó momentáneamente al
régimen. El aumento de la represión aisló a Batista, que en 1954 fue designado
presidente tras unas elecciones sin competencia, que distendieron la vida
política, gracias, entre otras cosas, a la liberación de Castro y su partida al
exilio.
En México, Castro organizó
la expedición del yate Gramma que
desembarcó en Cuba en noviembre de 1956. Pese a su derrota inicial, Castro y su Movimiento 26 de Julio (M-26)
crearon un foco guerrillero en Sierra Maestra, provincia de
Oriente, que sería la base del Ejército Rebelde. El M-26 había surgido de la izquierda del
Partido Ortodoxo con una ideología igualitaria, socializante, nacionalista y
antinorteamericana. Mientras la guerrilla se consolidaba en la sierra, la
oposición urbana también creció y comenzó a desarrollar acciones armadas en las
ciudades, en un contexto en que la represión contra los militantes anti
dictatoriales no dejaba de crecer. En
1957 la guerrilla de Castro había logrado una cierta entidad, pero aún no
estaba en condiciones de impulsar la insurrección que acabara con Batista. Su propuesta de
huelga general fracasó en medio de la indiferencia popular y por la falta de
apoyo de los sindicatos oficialistas y comunistas. El Partido Comunista, conocido como Partido
Socialista Popular(PSP), rechazaba la táctica insurreccional. Lentamente la
guerrilla salió de su aislamiento gracias a una ofensiva militar en los llanos,
con quema de cañaverales y destrucción de cosechas. La apertura de dos frentes
guerrilleros, al mando de Raúl Castro y Juan Almeida, y la coordinación de las
acciones militares por Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, consolidaron el
avance revolucionario, mientras la integración militar del PSP en el M-26
aumentaba la agitación urbana. Por su experiencia en la lucha revolucionaria y
su mayor protagonismo, los cuadros comunistas ocuparon puestos claves en el
M-26 y controlaron el Ejército Rebelde con el aval de Fidel y Raúl Castro. Este
es uno de los elementos que explica el rápido giro pro soviético de la
revolución tras la toma del poder.
Caída de Batista
En
Julio de 1958, el Pacto de Caracas consolidó la coalición anti-Batista y
aceleró la caída de la dictadura,
ya sin apoyo de Washington, que desde abril no le enviaba armamento. En agosto
comenzó la ofensiva final y el 1 de enero de 1959, con el pueblo
en la calle y enarbolando las banderas de la moralización, el nacionalismo y el
antiimperialismo, los seguidores de Castro tomaron La Habana.
Fidel Castro toma el Poder
El
respaldo popular del M-26 le permitió a Castro hacerse con el control de la situación
para impulsar transformaciones políticas, sociales y económicas. Comenzó así un proceso revolucionario,
caracterizado por el tradicional nacionalismo cubano y con un gran consenso
entre la población. Sin embargo, en muy poco tiempo Castro impulsó un giro
autoritario, de un fuerte contenido personalista y marcado por su liderazgo y
su carisma. El antiimperialismo y el nacionalismo se
convirtieron en los ejes del discurso revolucionario (“Patria o
muerte” es la principal consigna del régimen), que adoptó el
marxismo-leninismo, y Castro señaló que en Cuba sólo se podía ser
revolucionario si se era comunista. Tras su integración en el bloque soviético,
Cuba puso en marcha políticas igualitarias para construir el socialismo, un
objetivo al que todavía no ha renunciado. Algunas explicaciones insisten en que
la oposición norteamericana al rumbo socializante de la Revolución explica el
giro pro soviético, pero lo cierto es que estas tendencias estaban respaldadas
por Castro y muy asentadas en parte del núcleo dirigente del M-26.
Tendencias y Reformas de
Fidel Castro
Las diversas tendencias que
coexistían en el movimiento revolucionario fueron controladas por Fidel Castro.
En sus comienzos, la revolución se apoyó en la burguesía urbana, ya que los
obreros urbanos y rurales y los empresarios y terratenientes azucareros no se
implicaron en la lucha contra Batista. A principios de 1959 había renacido la
vieja Revolución cubana, con sus banderas nacionalistas, moralizadoras y anti
dictatoriales, que fue convertida por Castro en una revolución social, que con
su giro pro soviético generó graves conflictos con Estados Unidos. Halperín
Donghi señala que lo novedoso de esta situación no era el autoritarismo, algo
frecuente en América Latina, sino la marcha hacia la revolución social. La
negativa de Castro a institucionalizar la revolución y a convocar elecciones
respondía a su decisión de mantener el rumbo revolucionario. En
1959 tuvieron lugar las primeras reformas, de tono populista y escasamente
revolucionarias, seguidas de la nacionalización de intereses norteamericanos y
de una reforma urbana que rebajó y congeló los alquileres.
Estas medidas se complementaron con campañas de alfabetización y una red
sanitaria que garantizaba atención médica a toda la población. Esta moderación
inicial le permitió al gobierno ampliar su base de apoyo popular.
Situación Económica
La economía fue controlada por jóvenes tecnócratas, con
experiencia en organismos internacionales y partidarios de la industrialización
y el desarrollo, un objetivo que se alcanzaría mediante la intervención estatal y
ampliando el mercado interno. Pero cuando el
che Guevara asumió el control del sector industrial y bancario,
desde donde intentó la puesta en marcha de sus objetivos socializantes, esos
objetivos fueron dejados de lado. Guevara quería implantar rápidamente el
socialismo y en su búsqueda del “hombre nuevo” había que destruir la economía
de mercado y eliminar cualquier incentivo material, sea en dinero o en
especie, para reemplazarlos por incentivos
morales que estimularan la productividad del trabajo, pero la experiencia
fracaso. Carlos Rafael Rodríguez, un dirigente comunista vinculado al castrismo
antes del triunfo revolucionario, se mostró contrario al industrialismo de
Guevara, ya que era partidario de un mayor gradualismo, tanto por la falta de
cuadros para impulsar la política del Che, como para no aumentar el número de
los enemigos de la revolución. Si bien no fue escuchado, los fracasos
condujeron al abandono de la industrialización y en un giro de 180° se volvió a explotar algunos
productos primarios de baja productividad, como el níquel. Comenzaba así una
constante en la política económica castrista: los continuos vaivenes entre el
plan y el mercado, entre una economía centralizada y otra que responde a los
estímulos mercantiles. En 1963, en un nuevo golpe de
péndulo, Castro rescató al denostado sector azucarero, del que debían
provenir los recursos para financiar a la revolución, señalando que, en 1970,
“año del esfuerzo decisivo”, la economía azucarera, a pleno rendimiento,
obtendría una zafra de 10 millones de toneladas, algo inédito en la historia de
Cuba. Pese a los grandes esfuerzos realizados y a la gran movilización de
hombres y recursos no se pudieron alcanzar los objetivos, pese a que la cosecha
de 1970 fue la mayor de toda la historia. El curso errático de la política
económica, una vez a favor de la industria y otra de la agricultura, con sus
dilemas entre los incentivos morales o materiales, es causa de la difícil
situación actual, ya que la crisis estructural de la economía es anterior a la
desaparición de la Unión Soviética y sus ayudas a Castro.
Situación Política y
Militar
Estados Unidos, enfrentada a la
Unión Soviética en la Guerra Fría, veía con preocupación el rumbo de la revolución. Raúl
Castro, relacionado con los comunistas antes de la revolución, controló el
aparato militar y fue puesto al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias,
heredero directo del Ejército Rebelde. La desaparición de Camilo Cienfuegos, en
un dudoso accidente todavía no aclarado, y el encarcelamiento de Hubert Matos,
acabaron con dos de los comandantes revolucionarios más populares y que podían
cuestionar el rumbo de la revolución y la gestión de Castro. En
enero de 1960, los dirigentes obreros opuestos al giro pro soviético fueron
alejados de la dirección de los sindicatos y en su lugar se instaló a antiguos
cuadros del PSP, en sintonía con la cúpula dirigente. Castro se
centró en el gobierno y tras un mes de funcionamiento del primer gabinete
revolucionario, cesó como primer ministro al moderado José Miró Cardona. En
julio, tras la renuncia del presidente Manuel Urrutia, otro moderado, nombró a
Osvaldo Dorticós, que se mantuvo en el cargo hasta 1976.
Lazos con la Unión
Soviética
El funcionamiento de tribunales
de excepción para juzgar los crímenes de guerra y el pedido de Castro para
cambiar el sistema panamericano y las relaciones económicas entre América Latina
y Estados Unidos, terminaron de distanciar a Cuba de Washington y de América
Latina. Cuando Estados Unidos Quiso presionar
a Cuba con la amenaza de suprimir la cuota azucarera, su principal fuente de
divisas, se acentuó el conflicto. Fue entonces, en
febrero de 1960, cuando el delegado soviético en La Habana se ofreció a
adquirir todo el azúcar necesario para sostener al régimen y desde entonces los
lazos entre Cuba y La Unión Soviética se estrecharon. Una parte
del exilio cubano en Miami, con el respaldo de la CIA, comenzó a conspirar
contra Castro y en 1961 invadieron la isla. El desembarco de Playa Girón (Bahía
de Cochinos) fue un desastre y un golpe para el anticastrismo, que le permitió
a Castro enarbolar la bandera del antiimperialismo, aumentar sus apoyos
internacionales y mostrar la solidez de su posición y que no bastaba con
desembarcar algunos cientos de hombres para hacerlo caer.
Impacto de la Revolución
en Latinoamérica
El triunfo de la revolución fue un estímulo para la izquierda
insurreccional latinoamericana, que inspirada en el modelo
cubano intentó crear focos guerrilleros rurales para la conquista del poder. El
ejemplo de Castro y el Che Guevara prendió en América Central (Guatemala y
Honduras), en el Caribe (la República Dominicana), en los Andes (Venezuela,
Colombia, Ecuador, Perú o Bolivia) y en Brasil. En algunos casos, la
convergencia de la izquierda revolucionaria, del nacionalismo antiimperialista
y de cristianos partidarios de la lucha armada llevó a crear partidos
procastristas, que entraron en contradicción con los partidos comunistas pro
soviéticos opuestos a la lucha armada. A
fines de 1964, el comunismo latinoamericano celebró una conferencia secreta en
La Habana para discutir la metodología revolucionaria, que puso de manifiesto
las posturas enfrentadas. Desde entonces, el régimen redobló sus esfuerzos para
exportar la revolución al continente y a comienzos de 1966
se reunió en La Habana la Primera Conferencia Tri continental de Solidaridad
Revolucionaria, con 500 delegados de gobiernos
y movimientos revolucionarios de Asia, África y América Latina. En
1967 se creó la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), cuya
primera reunión plasmo la ruptura entre el castrismo revolucionario y el
reformismo comunista y también puso de manifiesto la voluntad de las
organizaciones revolucionarias latinoamericanas de extender la lucha armada por
el campo y las ciudades.
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